17 julio 2010

Té de manzana


Hur me enseñó que el té de manzana es el té de la hospitalidad, y me viene a la mente su voz clara cada vez que vuelvo a beber uno. Me deja serena para pensar.

Cierro los ojos y me veo de nuevo sentada entre aquellas alfombras, tan lejos de casa y tan cerca por fín de mí misma. Cierro los ojos y veo muchas cosas.. emociones, tantos momentos vividos, tantas sonrisas robadas que no deseo que sean devueltas.. todo se vuelve hermoso bajo el sonido de Al-Adhan. Mi alma siente la esencia de la vida.

Pero llega el momento de volver a casa. Juegas, y te sigo el juego porque lo tiñe todo un tinte de amistad-fraternidad que me da vida, que me hace reir sin más, que saca mi lado irónico-pícaro-cómico que no mucha gente sabe que existe.. que me devuelve a la libertad de aquellas calles bañadas por la brisa. Pero a veces el juego se me escapa de las manos, no soy de piedra, y hay momentos en los que pierdo totalmente la noción de lo que está bien y lo que está mal. Tú juegas, y yo me pierdo en tu juego, sabiendo ambos que es todo teatro.. pero hay instantes fugaces, cuando te tengo tan cerca, que no sé si estoy jugando o soy realmente, y por fin, yo misma. Milésimas de segundo en las que te seguiría al fin del mundo si me lo pidieses. Quizás no lo sabes aunque tu mirada me dice que lo intuyes.

Y me dejas así, a medias, con milímetros de separación entre la ficción y la realidad, entre las noches locas de verano y la rutina, entre tus manos y las mías.

Mientras tanto continúo con mi vida, con mis ganas de salir corriendo a pisar inmensas playas de arena fría. A veces lo consigo. Siento toda la fuerza del cosmos en mi interior. Siento el regalo de la vida. Todo se simplifica. Todo queda resumido a amar, amar y sentirme parte de este inmenso universo.