25 octubre 2008

Caminando sola



Llega el frío, los atardeceres tempranos, ir a trabajar abrigada y volver deseando refugiarme en un lugar cálido.. mi casa, mi habitación, en donde puedo sumergirme en mi mundo. O tal vez no, tal vez me apetezca salir a la calle, caminar rodeada de personas que van y vienen, unos metidos de lleno en animadas conversaciones, otros abrigados por sus propios pensamientos.

La historia se repite. Vuelvo a ser la amiga, la compañera, la hermana.. pienso mientras mis pasos me llevan a una tienda, o a esa librería que tanto me gusta llena de vidas, viajes, amores.. escondidos en las múltiples estanterías. Otra media naranja que ya ha encontrado su mitad, otro regalo del cielo que no es para mí. Debería estar acostumbrada.

Me prometí no enamorarme, y supongo que lo estoy cumpliendo. Me lo prometí por mí, para no hacerme daño, ya tengo experiencia en eso; y por ella.. Mis respetos a esa mujer que un día te dio la mano y dejó de caminar sola.. la admiro de verdad, porque te merece.

Pero déjame un momento de libertad para airear el alma. Déjame decirte, ahora que a nadie puedo molestar, que no sé cómo lo haces pero llegas siempre en el momento oportuno, cuando me agobio, cuando me siento sola.. levanto la mirada y estás tú. Una sonrisa y un guiño, y todo se transforma. Como escribí en su día, tú has sido mi apoyo desde el primer momento, aunque no te hayas dado cuenta.. Gracias.

07 octubre 2008

Madrid



Pasear sin rumbo fijo por las calles de Madrid, respirar hondo y sentir la energía de tanta gente que va y viene, cada uno con su mochila a cuestas. El metro que no espera a nadie, pero que acoge a todos. Miles de miradas buscando la línea adecuada, el subterráneo que les lleve de vuelta a casa. Miles de estrellas fugaces con deseos que cumplir, dejan a su paso un rastro de luz.

Me encuentro con una cara conocida, la última vez nos vimos en otro punto del mapa.. ambos muy lejos de casa. Yo ni siquiera sabía que vivía en Madrid. Hablamos por primera vez durante unos instantes sorprendiéndonos de coincidir, apenas dos minutos, en ese enjambre de líneas, de vagones. Un segundo más tarde, una combinación de líneas diferente, otro vagón.. y no nos habríamos encontrado.

Camino con el sol de otoño acompañando mis pasos, sin nada que hacer, sin nada de que preocuparme. Disfrutando de la libertad de tener un fin de semana para mí, para caminar, para soñar despierta. Unas horas después mi alma se pierde, me abandona, se va sóla entre el bullicio de la noche madrileña..

Y yo ahí, de pie, siento que el tiempo se ha parado. Observo la Puerta del Sol desde Preciados, mientras me envuelve el Canon de Johann Pachelbel que unos músicos tocan en directo en la calle poniendo banda sonora a este momento.. hace falta muy poquito para ser feliz..

http://www.epdlp.com/clasica.php?id=397
Pincha y siéntelo..